miércoles, 16 de julio de 2008

DECÁLOGO ... CÓMO CONVIVIR CON FIBROMIALGIA¡!!

1. Aprender a convivir con el dolor.
No hay recetas ni píldoras mágicas para la fibromialgia y el dolor crónico. Por ello, el primer paso para controlarlo es asumir que el dolor puede persistir para siempre y que, por tanto, en adelante, va a formar parte de la vida de la persona con fibromialgia. Cuando se asume el dolor, se aprende a reconocerlo y a saber lo que lo mejora o empeora, de forma que se pueden buscar soluciones que permitan al paciente volver a disfrutar de la vida.
2. Controlar las emociones.
Muchas personas con esta enfermedad desarrollan sentimientos negativos que antes no presentaban y que les hacen convertirse en una persona diferente. Los sentimientos negativos más frecuentes en las personas con fibromialgia son enfado e ira, depresión, frustración, sensación de fracaso, culpa y vergüenza. El paciente debe aprender a controlarlos para que no se cronifiquen y se conviertan en un problema añadido. Para conseguir controlar los sentimientos negativos basta con esforzarse en reconocer todo lo positivo que sucede en la vida del paciente, porque a pesar del dolor no es una persona incapacitada y puede hacer muchas más cosas de las que piensa.
3. Controlar el estrés.
El estrés es la respuesta del organismo cuando afrontamos un peligro y nos preparamos para luchar o para huir. La mejor manera de combatir este estrés perjudicial es, en primer lugar, reconociendo cuál es la causa del nuestro, y evitando las situaciones que lo favorezcan. También es útil organizar y planificar nuestras actividades diarias y buscar un hueco en ellas para dedicarlo a la relajación. Hay muchas formas de practicar la relajación y todas ellas son muy útiles. Por ejemplo se puede aprender la respiración profunda o la relajación muscular tan sólo con un corto entrenamiento.
4. Evitar la fatiga.
Tan negativo es permanecer en inactividad, como realizar un número excesivo de tareas. Por eso es importante que la persona con fibromialgia no trate de ser un perfeccionista. Es mucho más saludable que planee sus obligaciones y elimine o delegue aquellas que no sean estrictamente necesarias. También es necesario intercalar periodos de descanso entre los de actividad, y hacer las tareas a un ritmo que la propia persona pueda controlar.
5. Hacer ejercicio.
Posiblemente es el aspecto terapéutico más importante para el tratamiento de la fibromialgia. El ejercicio no sólo mantiene en forma los músculos y pone a punto el sistema cardiovascular, sino que disminuye el dolor, favorece el sueño, mejora la sensación de fatiga y disminuye la ansiedad y la depresión. Caminar, correr, andar en bicicleta o bailar, son ejercicios aeróbicos que favorecen el control de la enfermedad. Las personas que padecen fibromialgia deben comenzar a realizar el ejercicio de una forma suave para incrementar progresivamente su intensidad y duración, hasta realizarlo de 20 a 40 minutos, como mínimo 3 días a la semana. Al principio es posible que el dolor se incremente, pero progresivamente irá disminuyendo.
6. Relacionarse con los demás.
Todo el mundo sabe cómo alivia nuestras preocupaciones la conversación con los amigos y compañeros. Por eso es importante que el paciente cuente a los demás lo que le pasa y cómo no puede hacer siempre las cosas que hacía antes. Eso sí, debe evitar que la comunicación se centre continuamente en su dolor.
7. Proteger la salud.
La depresión que puede acarrear el dolor crónico determina que se abandonen los buenos hábitos de salud. El tabaco, nocivo para cualquier aspecto de la salud, es también un excitante del sistema nervioso que hace más difícil el control del dolor. Lo mismo sucede con la cafeína y el exceso de alcohol, el cual puede además interferir con la medicación. El paciente debe vigilar su peso, y hacer ejercicio para mantenerse en forma.
8) Usar con precaución los medicamentos
Muchos de los síntomas de la fibromialgia mejoran con medicación. Los analgésicos y antinflamatorios, que tan eficaces resultan en el dolor agudo, no funcionan tan bien en el dolor crónico de la fibromialgia, aunque son útiles en muchos pacientes. Existen analgésicos más potentes, denominados opiáceos, que pueden ser empleados en la fibromialgia, siempre que los recomiende un médico experto en su empleo. Otros fármacos, como los anticonvulsivantes y los antidepresivos también pueden disminuir el dolor. Existen medicamentos que pueden mejorar el sueño, los trastornos psicológicos, las molestias intestinales, etc…pero, lo más importante es que la persona que padece esta enfermedad evite el automedicarse, y se ponga en manos de un médico experto en el tratamiento del dolor crónico y en el uso de las medicaciones anteriormente mencionadas.
9) Usar con precaución las medicinas alternativas
Como con frecuencia los medicamentos tienen un resultado solamente parcial, es habitual que muchos enfermos busquen soluciones en las terapias alternativas. Algunas de estas terapias mejoran el dolor y pueden favorecer el control de estrés, como el yoga, la acupuntura, quiropraxis, masaje, Tai-Chi, homeopatía… La medicina alternativa puede ser cara, y no está regulada por las guías médicas. Por ello, se debe recomendar al paciente que consulte siempre con su médico antes de comenzar cualquier terapia de medicina alternativa, ya que algunas pueden interferir con el tratamiento estándar o habitual. El paciente debe desconfiar si le prometen curación, si le recomiendan que abandone la terapia con medicinas, o si le dicen que el tratamiento es un secreto y solo puede ser administrado por ciertos proveedores.
10) Ser constante
La paciencia es una virtud importante que el enfermo de fibromialgia debe desarrollar porque conseguir resultados puede tardar algún tiempo. Aunque haya conseguido estabilizar su enfermedad, siempre habrá “días malos” y debe estar preparado para afrontarlos. En esos días, lo mejor es salir de casa y relacionarse con los demás, mantener los compromisos habituales y procurar dedicar más tiempo a la relajación.
Mantener con regularidad los consejos que le hemos dado anteriormente es la mejor forma de seguir controlando su enfermedad.
(Dr.Bartolomé Beltrán).-
No dejes de consultar con tu medico de cabecera ... दंनाज़क / DannaZak.

PSICOHOMEOPATÍA JUNGIANA Y CHAMANISMO

Desde tiempos prehistóricos nuestros antepasados chamanes nos legaron un conocimiento que por su utilidad ha perdurado a lo largo de miles de años: la administración de ciertas plantas logran suprimir el apetito, aliviar el dolor, despertar poderosas fuentes de energía, conferir inmunidad frente a agentes patógenos del exterior y del interior, iniciar procesos de curación que culminan exitosamente, despertar cualidades cognitivas o imaginativas de un nivel absolutamente insospechado. Estas sustancias cuyo conocimiento era esotérico solo podían ser usadas por los medicine men, no podían caer en manos de neófitos y su manipulación se transmitía bajo reglas estrictas de secreto. Miles de años después los primitivos alquimistas experimentaron con el mismo propósito a los metales de aquella época, observando qué efectos desconocidos emergían de la ingesta de los metales cuando, a través de un complicadísimo proceso de transformación que llevaba semanas o meses, se trabajaban, se «abrían» y se diluían. Por supuesto, Paracelso también trabajaba con plantas, las que vinculaba a las enfermedades a través de una conceptualización de corte astrológico. Paracelso popularizó el proceso con su formula de la Karena (una gota de la sustancia en 64 de alcohol) pero debemos al genio de Hahnemann la divulgación de los procedimientos y las proporciones que constituyen hoy el dinámico campo de la homeopatía. Gracias a este proceso alquímico/farmacéutico de dinamización es posible experimentar las peligrosas substancias crudas como el opio, la atropa o el beleño sin intoxicaciones peligrosas, solamente presentando una receta en cualquier farmacia homeopática con una prescripción de Opium, Belladona o Hyosciamus, respectivamente. La homeopatía se ha apoderado así de las plantas que usaban los chamanes, y los metales de los alquimistas como el oro, la plata y el antimonio, haciéndolas accesibles a las masas por un costo básicamente posible, disfrazando sus nombres originales con eruditos términos latinos para no despertar sospechas, ayudándolas a cumplir su tarea de aliviar el humano sufrir y por sobre todo reduciendo espectacularmente sus efectos socialmente peligrosos léase distorsiones cognitivas, perceptivas, alucinaciones, cambios súbitos emocionales, delirios, visiones, sopor, torpeza, cegueras parciales, vómitos, diarreas ,incontinencia urinaria, temblores, etc. Las patogénesis homeopáticas han demostrado sin lugar a dudas y de manera inapelable que ninguno de estos síntomas se presentan cuando se experimenta con la sustancia dinamizada y que los síntomas que recoge el experimentador en los sujetos que se prestan voluntariamente ceden sin complicaciones a los pocos días o a las primeras tomas del antídoto correspondiente. Cabe preguntarse aquí, y esta es la pregunta clave, ¿esta pérdida de los efectos dramáticos, no será acompañada por un aumento de los efectos sutiles, psicocorporeos, de la sustancia dinamizada? Dicho en otras palabras, al reducir y potenciar la sustancia, se logra eliminar los efectos mas groseros, del tipo de la intoxicación como alucinaciones, etc., manteniendo, en cambio, las cualidades de otro orden, realmente transformadoras, pero más allá de la conciencia ordinaria, y tanto mas allá, que incluso pasan desapercibidas para el consultante, que de manera general, se niega a reconocerlas, pese la intervención del observador atento y libre de prejuicios. Vivimos en una cultura que se niega a percibir las profundas modificaciones psicológicas que se presentan ante la ingesta de substancias dinamizadas, lo cual es vivido como algo patológico, sentirse «dominado», «manejado», es vivido como algo peligroso desagradable y hasta cierto punto falso o artificial. Los cambios en el sujeto producidos por la experimentación de las substancias homeopatizadas revelan de un modo incuestionable que el remedio potentizado tiene la capacidad de alterar y transformar nuestros procesos psicológicos más profundos, allí donde se tejen de manera inextricable los sueños, los Mitos, el esquema corporal, la narrativa del deseo, el Yo y la voluntad. Pero hoy, los modernos terapeutas se avergüenzan de sus antepasados chamanes, reniegan de su origen en el bosque, en la caverna, de sus largas noches observando las estrellas, junto al horno alquímico. Incluso los mega laboratorios abjuran también de su pasado. Olvidan que la aspirina nació del sauce (ácido acetil «salicílico») que la penicilina de un hongo (de ahí su nombre «penne») y desconocen que sus jugosas ganancias son el producto de los sueños de los antiguos alquimistas, verdaderos padres de la química moderna. La memoria sólo queda de una forma muy difusa, presente más en el ritual de sanción que en la conciencia de los participantes. Perdura una división esquizofrénica entre médicos del cielo y médicos de la tierra, entre psicólogos de la mente y médicos del cuerpo. El milenio actual nos dará muchas sorpresas, una singular es la que nos ocupa ahora: la revaporización de la capacidad transformadora de las substancias, ya no en lo corporal, sino en lo psicológico, en lo mental y comunicacional, quizás más que la desaparición de síntomas, se apuntará al cambio de narrativas.
Norberto Litvinoff - Psicólogo Jungiano.
Gracias por tan buen articulo … excelente … दंनाज़क / Danna Zak

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