1. Aprender a convivir con el dolor.
No hay recetas ni píldoras mágicas para la fibromialgia y el dolor crónico. Por ello, el primer paso para controlarlo es asumir que el dolor puede persistir para siempre y que, por tanto, en adelante, va a formar parte de la vida de la persona con fibromialgia. Cuando se asume el dolor, se aprende a reconocerlo y a saber lo que lo mejora o empeora, de forma que se pueden buscar soluciones que permitan al paciente volver a disfrutar de la vida.
2. Controlar las emociones.
Muchas personas con esta enfermedad desarrollan sentimientos negativos que antes no presentaban y que les hacen convertirse en una persona diferente. Los sentimientos negativos más frecuentes en las personas con fibromialgia son enfado e ira, depresión, frustración, sensación de fracaso, culpa y vergüenza. El paciente debe aprender a controlarlos para que no se cronifiquen y se conviertan en un problema añadido. Para conseguir controlar los sentimientos negativos basta con esforzarse en reconocer todo lo positivo que sucede en la vida del paciente, porque a pesar del dolor no es una persona incapacitada y puede hacer muchas más cosas de las que piensa.
3. Controlar el estrés.
El estrés es la respuesta del organismo cuando afrontamos un peligro y nos preparamos para luchar o para huir. La mejor manera de combatir este estrés perjudicial es, en primer lugar, reconociendo cuál es la causa del nuestro, y evitando las situaciones que lo favorezcan. También es útil organizar y planificar nuestras actividades diarias y buscar un hueco en ellas para dedicarlo a la relajación. Hay muchas formas de practicar la relajación y todas ellas son muy útiles. Por ejemplo se puede aprender la respiración profunda o la relajación muscular tan sólo con un corto entrenamiento.
4. Evitar la fatiga.
Tan negativo es permanecer en inactividad, como realizar un número excesivo de tareas. Por eso es importante que la persona con fibromialgia no trate de ser un perfeccionista. Es mucho más saludable que planee sus obligaciones y elimine o delegue aquellas que no sean estrictamente necesarias. También es necesario intercalar periodos de descanso entre los de actividad, y hacer las tareas a un ritmo que la propia persona pueda controlar.
5. Hacer ejercicio.
Posiblemente es el aspecto terapéutico más importante para el tratamiento de la fibromialgia. El ejercicio no sólo mantiene en forma los músculos y pone a punto el sistema cardiovascular, sino que disminuye el dolor, favorece el sueño, mejora la sensación de fatiga y disminuye la ansiedad y la depresión. Caminar, correr, andar en bicicleta o bailar, son ejercicios aeróbicos que favorecen el control de la enfermedad. Las personas que padecen fibromialgia deben comenzar a realizar el ejercicio de una forma suave para incrementar progresivamente su intensidad y duración, hasta realizarlo de 20 a 40 minutos, como mínimo 3 días a la semana. Al principio es posible que el dolor se incremente, pero progresivamente irá disminuyendo.
6. Relacionarse con los demás.
Todo el mundo sabe cómo alivia nuestras preocupaciones la conversación con los amigos y compañeros. Por eso es importante que el paciente cuente a los demás lo que le pasa y cómo no puede hacer siempre las cosas que hacía antes. Eso sí, debe evitar que la comunicación se centre continuamente en su dolor.
7. Proteger la salud.
La depresión que puede acarrear el dolor crónico determina que se abandonen los buenos hábitos de salud. El tabaco, nocivo para cualquier aspecto de la salud, es también un excitante del sistema nervioso que hace más difícil el control del dolor. Lo mismo sucede con la cafeína y el exceso de alcohol, el cual puede además interferir con la medicación. El paciente debe vigilar su peso, y hacer ejercicio para mantenerse en forma.
8) Usar con precaución los medicamentos
Muchos de los síntomas de la fibromialgia mejoran con medicación. Los analgésicos y antinflamatorios, que tan eficaces resultan en el dolor agudo, no funcionan tan bien en el dolor crónico de la fibromialgia, aunque son útiles en muchos pacientes. Existen analgésicos más potentes, denominados opiáceos, que pueden ser empleados en la fibromialgia, siempre que los recomiende un médico experto en su empleo. Otros fármacos, como los anticonvulsivantes y los antidepresivos también pueden disminuir el dolor. Existen medicamentos que pueden mejorar el sueño, los trastornos psicológicos, las molestias intestinales, etc…pero, lo más importante es que la persona que padece esta enfermedad evite el automedicarse, y se ponga en manos de un médico experto en el tratamiento del dolor crónico y en el uso de las medicaciones anteriormente mencionadas.
9) Usar con precaución las medicinas alternativas
Como con frecuencia los medicamentos tienen un resultado solamente parcial, es habitual que muchos enfermos busquen soluciones en las terapias alternativas. Algunas de estas terapias mejoran el dolor y pueden favorecer el control de estrés, como el yoga, la acupuntura, quiropraxis, masaje, Tai-Chi, homeopatía… La medicina alternativa puede ser cara, y no está regulada por las guías médicas. Por ello, se debe recomendar al paciente que consulte siempre con su médico antes de comenzar cualquier terapia de medicina alternativa, ya que algunas pueden interferir con el tratamiento estándar o habitual. El paciente debe desconfiar si le prometen curación, si le recomiendan que abandone la terapia con medicinas, o si le dicen que el tratamiento es un secreto y solo puede ser administrado por ciertos proveedores.
10) Ser constante
La paciencia es una virtud importante que el enfermo de fibromialgia debe desarrollar porque conseguir resultados puede tardar algún tiempo. Aunque haya conseguido estabilizar su enfermedad, siempre habrá “días malos” y debe estar preparado para afrontarlos. En esos días, lo mejor es salir de casa y relacionarse con los demás, mantener los compromisos habituales y procurar dedicar más tiempo a la relajación.
No hay recetas ni píldoras mágicas para la fibromialgia y el dolor crónico. Por ello, el primer paso para controlarlo es asumir que el dolor puede persistir para siempre y que, por tanto, en adelante, va a formar parte de la vida de la persona con fibromialgia. Cuando se asume el dolor, se aprende a reconocerlo y a saber lo que lo mejora o empeora, de forma que se pueden buscar soluciones que permitan al paciente volver a disfrutar de la vida.
2. Controlar las emociones.
Muchas personas con esta enfermedad desarrollan sentimientos negativos que antes no presentaban y que les hacen convertirse en una persona diferente. Los sentimientos negativos más frecuentes en las personas con fibromialgia son enfado e ira, depresión, frustración, sensación de fracaso, culpa y vergüenza. El paciente debe aprender a controlarlos para que no se cronifiquen y se conviertan en un problema añadido. Para conseguir controlar los sentimientos negativos basta con esforzarse en reconocer todo lo positivo que sucede en la vida del paciente, porque a pesar del dolor no es una persona incapacitada y puede hacer muchas más cosas de las que piensa.
3. Controlar el estrés.
El estrés es la respuesta del organismo cuando afrontamos un peligro y nos preparamos para luchar o para huir. La mejor manera de combatir este estrés perjudicial es, en primer lugar, reconociendo cuál es la causa del nuestro, y evitando las situaciones que lo favorezcan. También es útil organizar y planificar nuestras actividades diarias y buscar un hueco en ellas para dedicarlo a la relajación. Hay muchas formas de practicar la relajación y todas ellas son muy útiles. Por ejemplo se puede aprender la respiración profunda o la relajación muscular tan sólo con un corto entrenamiento.
4. Evitar la fatiga.
Tan negativo es permanecer en inactividad, como realizar un número excesivo de tareas. Por eso es importante que la persona con fibromialgia no trate de ser un perfeccionista. Es mucho más saludable que planee sus obligaciones y elimine o delegue aquellas que no sean estrictamente necesarias. También es necesario intercalar periodos de descanso entre los de actividad, y hacer las tareas a un ritmo que la propia persona pueda controlar.
5. Hacer ejercicio.
Posiblemente es el aspecto terapéutico más importante para el tratamiento de la fibromialgia. El ejercicio no sólo mantiene en forma los músculos y pone a punto el sistema cardiovascular, sino que disminuye el dolor, favorece el sueño, mejora la sensación de fatiga y disminuye la ansiedad y la depresión. Caminar, correr, andar en bicicleta o bailar, son ejercicios aeróbicos que favorecen el control de la enfermedad. Las personas que padecen fibromialgia deben comenzar a realizar el ejercicio de una forma suave para incrementar progresivamente su intensidad y duración, hasta realizarlo de 20 a 40 minutos, como mínimo 3 días a la semana. Al principio es posible que el dolor se incremente, pero progresivamente irá disminuyendo.
6. Relacionarse con los demás.
Todo el mundo sabe cómo alivia nuestras preocupaciones la conversación con los amigos y compañeros. Por eso es importante que el paciente cuente a los demás lo que le pasa y cómo no puede hacer siempre las cosas que hacía antes. Eso sí, debe evitar que la comunicación se centre continuamente en su dolor.
7. Proteger la salud.
La depresión que puede acarrear el dolor crónico determina que se abandonen los buenos hábitos de salud. El tabaco, nocivo para cualquier aspecto de la salud, es también un excitante del sistema nervioso que hace más difícil el control del dolor. Lo mismo sucede con la cafeína y el exceso de alcohol, el cual puede además interferir con la medicación. El paciente debe vigilar su peso, y hacer ejercicio para mantenerse en forma.
8) Usar con precaución los medicamentos
Muchos de los síntomas de la fibromialgia mejoran con medicación. Los analgésicos y antinflamatorios, que tan eficaces resultan en el dolor agudo, no funcionan tan bien en el dolor crónico de la fibromialgia, aunque son útiles en muchos pacientes. Existen analgésicos más potentes, denominados opiáceos, que pueden ser empleados en la fibromialgia, siempre que los recomiende un médico experto en su empleo. Otros fármacos, como los anticonvulsivantes y los antidepresivos también pueden disminuir el dolor. Existen medicamentos que pueden mejorar el sueño, los trastornos psicológicos, las molestias intestinales, etc…pero, lo más importante es que la persona que padece esta enfermedad evite el automedicarse, y se ponga en manos de un médico experto en el tratamiento del dolor crónico y en el uso de las medicaciones anteriormente mencionadas.
9) Usar con precaución las medicinas alternativas
Como con frecuencia los medicamentos tienen un resultado solamente parcial, es habitual que muchos enfermos busquen soluciones en las terapias alternativas. Algunas de estas terapias mejoran el dolor y pueden favorecer el control de estrés, como el yoga, la acupuntura, quiropraxis, masaje, Tai-Chi, homeopatía… La medicina alternativa puede ser cara, y no está regulada por las guías médicas. Por ello, se debe recomendar al paciente que consulte siempre con su médico antes de comenzar cualquier terapia de medicina alternativa, ya que algunas pueden interferir con el tratamiento estándar o habitual. El paciente debe desconfiar si le prometen curación, si le recomiendan que abandone la terapia con medicinas, o si le dicen que el tratamiento es un secreto y solo puede ser administrado por ciertos proveedores.
10) Ser constante
La paciencia es una virtud importante que el enfermo de fibromialgia debe desarrollar porque conseguir resultados puede tardar algún tiempo. Aunque haya conseguido estabilizar su enfermedad, siempre habrá “días malos” y debe estar preparado para afrontarlos. En esos días, lo mejor es salir de casa y relacionarse con los demás, mantener los compromisos habituales y procurar dedicar más tiempo a la relajación.
Mantener con regularidad los consejos que le hemos dado anteriormente es la mejor forma de seguir controlando su enfermedad.
(Dr.Bartolomé Beltrán).-
(Dr.Bartolomé Beltrán).-
No dejes de consultar con tu medico de cabecera ... दंनाज़क / DannaZak.