domingo, 2 de noviembre de 2008

Ajedrez Iniciático.

"A primera vista, el ajedrez podría calificarse simplemente como un juego de habilidad y cálculo estratégico mental, en el que algunas personas altamente ejercitadas consiguen reproducir miles de situaciones derivadas de múltiples partidas; pero, como tantas cuestiones en la vida, además del aspecto superficial, existe otro oculto y más profundo que suele presentarse a nosotros en forma simbólica y que, frecuentemente por desgracia, pasa desapercibido”.
V. M. Samael Aun Weor.

El Ajedrez tiene su origen en la raza atlante, de donde se difundió a nuestra raza Aria, principalmente en la cultura India. Se reencontró en el valle del indo en el siglo VI d. C.
Originalmente conocido como Chaturanga, o juego del ejército, se difundió rápidamente por las rutas comerciales, llegó a Persia, y desde allí al Imperio Bizantino, extendiéndose posteriormente por toda Asia. El mundo árabe adoptó el ajedrez con un entusiasmo sin igual: estudiaron y analizaron en profundidad los mecanismos del juego, escribieron numerosos tratados sobre ajedrez y desarrollaron el sistema de notación algebraica.
Cada jugador dispone de dieciséis piezas. Un jugador juega con las piezas blancas y otro con las negras. Cada grupo de piezas consta de un rey, una reina o dama, dos alfiles, dos caballos, dos torres (o roques) y ocho peones.
Se juega sobre un tablero dividido en 64 casillas (o escaques) de colores alternados (normalmente blanco y negro). El tablero se coloca ante los jugadores de tal modo que la casilla de la esquina situada a la derecha de cada uno de ellos sea blanca.
La transposición psicológica que el V. M. Samael nos legara en su obra, nos indica cual es el verdadero sentido esotérico del Ajedrez, basándose en la numerología y la cábala para poder explicarnos dicho sentido.
El Tablero, viene representando al diario vivir, con sus acontecimientos positivos y negativos representados en los cuadros blancos y negros. Sus cuatro lados representan a los cuatro elementos de la naturaleza y a los cuatro cuerpos existenciales del ser. En su aspecto negativo, los cuatro cuerpos de pecado. Los 64 cuadros del tablero nos indican al arcano 10, la retribución (6+4=10) o la recurrencia.
Los 32 cuadros blancos y 32 negros nos indican la ley del 5, el Karma (3+2=5). Las 16 piezas nos están indicando el arcano de la fragilidad, nuestra condición actual. Al trabajar en nuestra vida, en los tres factores de la revolución de la conciencia, el 16 lo convertimos en 7 (1+6=7) que representa el orden.
El número de peones, 8 nos indica el arcano de la Justicia y Paciencia, tenemos que trabajar con estos dos factores para avanzar en el tablero de la vida.
Con referencia a las piezas que componen el ajedrez, el V. M. Samael Aun Weor dice: "Cada participante cuenta en total 16 piezas. El número 16 corresponde a "La Fragilidad", a la "Torre Fulminada" por el Rayo de la Justicia Cósmica. Según los cabalistas, esta es la de la "confusión de lenguas". Ciertamente, sobre el Tablero, los "humanoides" no logran entenderse y forman la Humanidad mecánica, inconsciente, dormida. En otras palabras, constituyen la famosa “Torre de Babel".
Comenzando por la pieza del Rey, el V. M. Samael Aun Weor explica lo siguiente: El Rey simboliza al “Real Ser Interior” de cada uno de nosotros, nuestra Estrella Interior. Su movimiento es libre, en todas direcciones, hacia delante o hacia atrás, pero sólo avanza una casilla; como quiera que sea constituye la pieza principal del ajedrez, su pérdida supone la finalización de la partida. Esto acontece con el “jaque mate”.
Respecto a la Reina, el V. M. Samael Aun Weor nos dice: “La Reina es la segunda pieza en importancia tras el Rey”. No olvidemos el dicho que reza: “detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”. En el juego de ajedrez se presenta como la pieza más valiosa y versátil, pues sólo ella puede, en su bando moverse ilimitadamente como cualquiera de las demás, exceptuando al caballo; es decir, puede avanzar tantas casillas desee y en cualquier dirección, con la única restricción de no encontrar una pieza de su color, o rival, la que en caso de desearlo, puede capturar.
No es de extrañar, por consiguiente, que, cuando un peón consigue llegar a la orilla del contrincante al permitirse el trueque por cualquiera de las piezas capturadas, la primera elección suele ser la dama. De hecho, la partida está prácticamente perdida, cuando el descuido del jugador ocasiona la pérdida de la dama.
Al igual que el Rey y las demás piezas del juego, la Reina también tiene dos aspectos; el blanco y el negro, ella es la Divina Madre Kundalini con sus cincos formas, ya simbolizada por los hindúes con la Vaca Sagrada de cinco Patas. Ella es María, Ram-Io o Tonanzín. Es el aspecto femenino de Dios (Dios-Madre), o sea, una parte de nuestro propio Ser, pero derivado.
Siempre ha existido y existirá una cruenta lucha entre la Reina Blanca y la Reina negra, disputándose a sus hijos, es decir, a la humanidad; también representa a la Naturaleza. Cuando la persona quiere trabajar, ayuda como también esclaviza.
Refiriéndose al alfil, explica el V. M. Samael Aun Weor lo siguiente: El Alfil es, a la vez, la “Lanza Sagrada de los antiguos Misterios”, el Phalo, el Sexo, el Edén. Su función juega un destacable papel en numerosas leyendas orientales como instrumento maravilloso de salvación. La liberación únicamente se alcanza al ser sabiamente blandida la lanza por el Alma que anhela. Esto permite reducir a polvareda cósmica todas esas entidades cavernarias que constituyen el “mí mismo”. Por tanto, el Alfil representativo del carácter fálico, es el símbolo del poder sexual (viril). El Alfil puede avanzar o retroceder tantos escaques como desee, pero siempre en diagonal y sin salirse de su color.
Debemos observar cómo esta pieza al moverse en diagonal, forma una “equis”. Esto nos recuerda precisamente a la Cruz de San Andrés. El extraordinario suplicio de Andrés, lleno de enigmas y portentos, hizo muy célebre a la Cruz en Equis, sobre la cual, en forma muy despiadada, ataron sus miembros separados.
Evidentemente, todo lo anterior se refiere al Alfil Blanco, al Phalo utilizado en forma positiva para lograr la Castidad Científica mediante la transmutación alquímica. No resulta difícil entender que su antítesis, el Alfil n egro representa la fornicación, la fuerza viril utilizada para el erotismo malsano, etc.
Sobre la pieza del caballo nos dice el V. M. Samael Aun Weor: La etimología del término nos rememora al ideal del caballero cristiano, plasmado en el personaje del caballero medieval o al fenómeno de la caballería de dicha época. El Caballo se mueve sobre el Tablero, en forma de "L". Esto nos recuerda a la Ley, simbolizada, entre los mahometanos, por un caballo. Sólo esta pieza puede saltar sobre las demás, sin importar su color. El Caballo del juego de ajedrez singularmente nos invita a pensar en el Centauro mitológico y en la Constelación de Sagitario".
Realmente, el "humanoide intelectual" es todavía algo no logrado, y por eso se desencadenan, dentro de sí, terribles luchas entre la parte animalesca y su parte verdaderamente humana. 'El "animal intelectual" es como un Centauro que debe lanzar la flecha de su anhelo, o sea, de sus Ansias de Ser, hacia el Sol Interior o su Real Ser, para volverse a Religar con Él.
La flecha constituye un símbolo de la fuerza de Eros. Por otro lado, el arco templado representa a las tres fuerzas: Padre, Hijo y Espíritu Santo que debe utilizar todo neófito para llegar a la liberación interior. El Caballo, simultáneamente, alegoriza la osadía, el valor, la valentía, la amistad, la inteligencia y otros atributos de la Consciencia.
Sin embargo, para lograr lo anterior, resulta altamente necesario eliminar los opuestos de las mencionadas virtudes, traducidas por el Caballo Negro. Recordemos, por ejemplo, que, en el esoterismo del toreo, el Caballo simboliza el cuerpo físico aún no domado y sobre el cual va el neófito, dispuesto a "picar" con la Lanza a la "Bestia Bramadora", es decir, al ego animal".
Respecto a la torre el V. M. Samael Aun Weor nos clarifica la importancia del despertar insinuado por esta pieza que invita a la observación y a mantenerse en estado de alerta, situación que debe ser asumida disciplinadamente por el aspirante serio. Sin el sentido de la auto-observación psicológica, el triunfo en el Tablero de la Vida, resulta radicalmente imposible. No olvidemos que toda auténtica auto-psicología, tiene tres aspectos fundamentales: auto-observación, auto-exploración y eliminación. Desde luego, la Torre (roca) está cimentada sobre la Piedra Cúbica de Jesod, sobre el sexo, ya que el trabajo de la muerte mística no se puede realizar cabalmente, sin la ayuda del Tercer Logos, o sea, de la energía creadora.
También nos recuerda la torre a las dos columnas que están a la entrada de todo templo. Así pues, en estado de alerta, como el vigía en época de guerra, el neófito desde su propia torre, (su cerebro, su cabeza), aprende a transformar las impresiones. Así se evita que la mente realice su acostumbrado procesamiento de datos, al anteponer la Consciencia entre la Torre y las impresiones que le vienen de todos los lados del Tablero.
La torre sólo está construida cuando hemos desarrollado el Fuego Solar dentro de nosotros mismos. En esas condiciones, el Hijo del Hijo (el Segundo Logos, el Chrestos) puede penetrar en nosotros para parlar el verbo de Oro del Primer Instante. En conclusión, sobre el Tablero de la Existencia, los Iniciados deben levantar su Torre de Fuego, si es que anhelan que el Magnesio Interior de la Alquimia, el Cristo Intimo, nazca de su propio pesebre.
Respecto a los peones del ajedrez, el V. M. Samael Aun Weor los identifica, en correspondencia con la Iniciación, a los neófitos o aprendices, aspirantes a convertirse en Seres Conscientes de la Humanidad Solar, pudiendo algún día liberarse de las ataduras materiales que transcurren entre el par de opuestos de la existencia.
El peón blanco representa a la Esencia luchando, con la ayuda del Rey, de la Reina, del Alfil y de la Torre Blanca, contra las fuerzas que se oponen a su desarrollo.
El peón negro simboliza a las fuerzas del Ego, a esos "elementos inhumanos", siniestros, que en su conjunto forman el "Yo", el "mí mismo". No representa otra cosa que la sombra tenebrosa de nuestro Rey que jamás pecó. Cuando un peón blanco es devorado, a causa de una "mala jugada", significa que la víctima ha sido engañada por el Ego. Esta situación, desafortunadamente, resulta muy común sobre el Tablero de la Vida.
Los 8 "peones" también son "Pentalfas" invertidas, hasta tanto no logren despertar Consciencia y fabricar los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser. El número 8 es el número de las "Pruebas de Job", es un signo de dolor, de sufrimiento. Los 8 peones representan, además, a las 8 virtudes de nuestra Madre Divina Kundalini, a los que nosotros debemos limpiar su negrura hasta volverlos blancos, como condición indispensable para que nuestra RAM-I0 se manifieste a nosotros.
En resumen, y luego de analizar la valiosa interpretación que nos brinda el Maestro Samael Aun Weor, aún en este apretado extracto, respecto al ajedrez y su innegable correspondencia o similitud con lo que se debe llevar a cabo en el ajetreo existencial, se simplifica entender las diferentes manifestaciones de fuerzas oscuras hoy actuantes en la Tierra, queriendo imponer por la fuerza los aspectos más bajos de la naturaleza animal creando por doquier caos, confusión, terror, guerras y muerte. Pero también se puede advertir que dichas anómalas situaciones son ráfagas pasajeras, hasta cierto punto admisibles, pero que cuando sobrepasan sus impúdicas tropelías como ocurre actualmente con el despliegue masivo de grosero poder y atropello bestial, es de esperarse que se hallen muy próximas las conscientes movidas de las piezas blancas actuando con Amor y Sabiduría para vencer luminosamente sobre todas las tinieblas representadas por las fichas siniestras. A diferencia de las fichas negras que buscan el triunfo de las cosas materiales sin importar los métodos empleados, o que el "fin" justifique cualquier barrabasada racional o artificiosamente justificable, o, que por la torta a repartirse muchos elementos tenebrosos participen en el festejo del botín supuestamente logrado, debe tenerse presente que la Justicia Divina interviene más temprano que tarde, poniendo las cosas en su lugar, pues si por ley de contrastes la oscuridad sirve de escenario para que se pueda admirar la plenitud luminosa, cerca se halla la alborada de un nuevo amanecer para la humanidad, luego que la condición animal haya sido transformada de la psiquis degenerada del hombre, dando paso al advenimiento de una general elevación espiritual que permitirá al fin gozar en la Tierra de esa Paz y Armonía que nos reconozca a todos como hermanos, sin diferencias de ninguna clase, incluyendo a las especies de los demás reinos de la Creación, conformando "una gran fraternidad universal”.
El hombre inteligente antepone la Consciencia a las impresiones y fundamenta, tras ello, su actuación bajo el perfecto equilibrio entre la mente, la emoción y el centro motor. Podemos notar que dichas cualidades resultan inherentes a todo ajedrecista. Cada uno de nuestros actos constituye una jugada. Debemos luchar para que ella no se realice en forma mecánica
e inconsciente.
I. G. A. Mazatlán.

MANIFIESTO A LA SOLIDARIDAD

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