"Cuando empobreciere tu hermano, y extendiere a ti su mano, lo ayudarás, tanto al forastero, como al residente, y vivirá contigo". (Levítico 25: 35)1...La citada declaración implica
que no se debe dejar caer al prójimo, a tal punto que le sea difícil levantarse.
Es menester ayudarle en el momento en que él tiende su mano.
Para comprender la gravitante relevancia que alcanza esta disposición asignada,
citaremos una alegoría:
Un burro se hallaba en el camino circulando con la carga que estaba dispuesta sobre su lomo. De pronto, el animal tropieza inesperadamente con un obstáculo que se hallaba en su itinerario, tras lo cual comienza a desestabilizarse y tambalear.
Antes bien, si alguien estaba presente cuando el desafortunado desenlace tuvo lugar,
en el momento de contemplar la escena, puede apresurarse y tratar de sostener
al animal impidiendo su desplome.
Luego acomodará la carga que tiene sobre su lomo y como resultado de ello,
el burro se reincorporará al instante.
Pero si este individuo que observa no se da prisa, y el cuadrúpedo cae,
tampoco entre cinco lo podrán levantar.
En otras palabras, no hay que aguardar hasta que nuestro prójimo caiga,
a tal extremo que necesite ir a golpear a las puertas de las casas para pedir limosna.
Es menester ayudarlo antes de que eso suceda... ¡!!
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